Momentos inventados

Por fin he sido capaz de imaginar algo que no fue, y duele. He sido capaz de dibujar en el aire los destellos de un momento que nunca viví y de convencer al mundo de bailar a un ritmo que nunca canté. He colgado las fotos de un día que nunca inventamos y he decorado el corazón con emociones que nunca tuve.

No, claro, no era así como yo quería que fuera pero ¿qué se puede hacer cuando uno tiene demasiado miedo a vivir?, ¿cuando todo lo que querrías decir se pierde por tus ojos?

Así que he dejado de vivir de recuerdos desvaídos y los he creado de colores. He sacado brillo a las miradas y reescrito las palabras.

Sí, ya sé que aquí me quedo sola, pero no se puede entrar a un mundo en el que no se sabe cómo caminar. Y aún así hay tantos pasos que me gustaría dar...

Ya no duerme

Y le había dicho que no murmurara más a las noches pero no me hizo caso porque quería seguir buscando el cristal que se le había perdido en los zapatos. Quería seguir gritando a los fantasmas cuando no la dejaban dormir. Quería seguir paseando descalza por sus pesadillas. Quería seguir buscando su presencia en el fondo de los vasos. Quería seguir rebuscando los silencios entre trozos de papel. Quería seguir.

Así que se fue sin escuchar los portazos que ha dejado en su ausencia. Se fue a pasear por los tejados de un día que aún no ha inventado. Se fue a correr tras la sombra del pensamiento que no se quiso llevar. Se fue a buscar un mes de Abril que no le hubieran enseñado a vivir. Se fue a pintar las emociones de magia interesada. Sin zapatos.

Y ahora ya no duerme por las noches, ni esconde sonrisas por los rincones, ni dibuja ilusiones en los tenedores, ni deja secretos al aire.

Comas, puntos y verbos

Estaba allí sentada escuchando como él hablaba de comas, puntos y verbos reduciendo a técnica lo que ella consideraba un arte. Y lo hacía de manera tan convincente que cualquier crítica habría sonado absurda, pero es que ¿cómo se explica el arte? ¿cómo se hace entender a alguien que habla de comas, puntos y verbos, la belleza de las palabras?

Así que se quedó allí callada, buscando una réplica que no llegaría y sintiendo como cada una de sus palabras se le iba clavando un poco más hondo. La invadió una tristeza indescriptible que poco a poco fue llenando todo su cuerpo hasta que llegó un momento en que, si alguien le hubiese pedido que se levantase, ni si quiera hubiera tenido fuerzas de parpadear.

Le entraron unas ganas inmensas de llorar. Por la lástima que sintió hacia él porque nunca sería capaz de entender la belleza de la literatura. Por la rabia de saber que aunque lo intentara no iba a conseguirle hacer entender su visión. Porque en cinco minutos había hecho trizas todo lo que ella era. Y, sobre todo, porque él nunca iba a ser capaz de entenderla y siempre iba a tratar de desmontarla en comas, puntos y verbos.