Tus pies en el filo, estás al límite de un salto al vacío. No miras atrás, ahí no queda nada, tampoco adelante, ahí sólo hay un horrible vacío. Y no vas a saltar, sabes que no lo harás, pero te gusta la sensación de saber que estás a tan sólo unos centímetros del final, pero no lo harás porque aún te quedan muchos momentos que ver desaparecer. Cierra los ojos, cuenta hasta cien. Aún te quedan mil y un latidos, mil y una noches sin dormir. Y es que en el fondo sabes que no soportas la oscuridad. Así que guardarás las manos en los bolsillos y respirarás el aire helado una vez más. Después te sentarás dejando que tus pies bailen por el infinito aunque sólo sea un momento. Y tus lágrimas se perderán en un asfalto desgastado en un espectáculo de luz y color. Y cuando te levantes nadie lo va a saber y tratarás de convencerte de que hiciste bien, al menos hasta la próxima vez.
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